viernes, 5 de febrero de 2016

MICRORRELATO: LA VIDA DE LOS ATUR


El dios de la luz, a sabiendas de que su hermano utilizaría su deseo con malas artes, decidió proteger al pueblo de Atur con el don de la longevidad, siendo así que los atur vivirían más allá de los cien años, esquivando a la muerte ya les viniera de frente. No pudo erradicar el dolor de sus vidas, eso sí, pues ninguna criatura, dios u hombre, puede zafarse del dolor, mas sí que les otorgó esta breve pero inquebrantable inmortalidad.
    Su hermano, con aquella inteligencia fría que produce pavor, esperó a que el primer deseo surtiera efecto, y entonces se adelantó y profirió estas palabras que hicieron eco en el amplio salón en donde residían: «Los atur vivirán más allá de la centuria, pues así ha querido Efimo que ocurra, sin que yo pueda mancillar ni uno solo de esos años con la muerte. Lo respeto pues. Mi deseo, por lo tanto, será el siguiente: la colina en donde viven estos seres ahora inmortales se plegará sobre sí misma, convirtiéndose en una profunda olla resbaladiza por la que ningún brazo podrá escalar. Del fondo de la misma brotará un líquido, y ese líquido será como el agua, pero no será agua, y estará hirviendo, a esa temperatura a la que hierven los cangrejos. Atur sufrirá un dolor indecible, pero no podrá rendirse. Buscará el aire bajo el agua abrasiva , pero no se ahogará. Y deseará el abrazo durmiente de la muerte, y gracias a la gesta de mi hermano, éste no llegará.»


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Tres cosas. La primera, la ilustración que corona la entrada está extraída directamente del manga «El legendario escultor de la luz lunar». Aprovecho la ocasión para recomendaros su lectura; en lo visual es impresionante. Dos, el texto, casi casi con el pie puesto en los límites del microrrelato, pertenece a un relato corto aún por terminar (para variar). Es un fragmento que uno de los personajes del mismo escribe en una hoja de papel. Me pareció que funcionaba por sí solo y encontré interesante subirlo al blog. Y en tercer y último lugar, y a modo de curiosidad (por si algún fan de la obra de Patrick Rothfuss anda por aquí cerca), está el tema de los atur. El nombre Atur me vino a la cabeza mientras escribía esta parte del relato; así, sin pensarlo demasiado. Me gustó y ya está. Luego me di cuenta de que esta denominación ya existía en «Crónica del asesino de reyes», lo cual, en vista de que leí el primero de esta trilogía no hace mucho, deja claro de dónde me vino la inspiración para elegirlo. Aclarar, por si hace falta hacerlo, que “mis” atur no tienen nada que ver con los del maestro Rothfuss. Ojalá, pero no.

«El legendario escultor de la luz lunar»


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